Texto y fotos: Cristina M. Sacristán
Cruce de caminos en Tegel (Berlín). Paisaje adorado por los viajeros... |
7.30 hs. I was boooorn to loove you... Apagando despertador. Lo bueno de tener el primer vuelo a las 11.50 hs. es que no hay que caerse de la cama a las 4 y media o las 5 de la mañana. Todavía tengo margen para mandar unos emails y limpiar esas dos cazuelas que llevan todo el fin de semana aparcadas. Hay una mosca enorme que se ha resistido a morir, con el verano... a ver si puedo con ella antes de marchar.
Con lo que ha durado el verano este año, no sé ni dónde tengo los calcetines negros... Ah, y que no se me olvide el paraguas plegable. A ver: cargadores, batería del notebook, tarjeta sanitaria, mis ultimos apuntes sobre el Muro de Berlín... voy a meter en la mochila esta revista con Denzel Washington en la portada. Desde que preguntó si "San Sebastián está en el Mediterráneo" ya no me impresiona tanto, aunque sigue teniendo mirada... ¿de leopardo?
Buff, no te distraigas, que corre el tiempo. Vaciar la cafetera, meter esto en el congelador, kit de supervivencia para tránsitos... ¿dónde he dejado la colonia que compré?
Llegando a la bella Zagreb, a través de su discreto aeropuerto. |
Bueno, son las 8 y media y ya he mandado unos tweets sobre los 25 años de Polonia sin Guerra Fría y sobre Berlín y su efervescencia literaria y artística. Ducha, neceser, chubasquero, botas bajas.
Madre mía, son las 10.04 y ya ha pasado el autobús del aeropuerto. Pues sí que está puntual hoy. A ver a qué hora llega el siguiente... ¿Tanto? Este chico con acento como chileno está confiado en que venga pronto, porque lo ha visto pasar en dirección a Termibus... Humm.
¡Bien! El display estaba desregulado y ahí viene, ya no tengo que coger un taxi. Bueno, me ha dado tiempo a mandar un par de emails que me urgían, aunque tengo que preservar batería en el móvil, que no sé cuánto esperaré en Munich.
Alpes cubiertos de nieve, en el avión rumbo a Varsovia, en mi primer viaje a Polonia (destinos de la Eurocopa). |
La azafata de Lufthansa ha sido muy amable y me lo ha puesto fácil. Mejor paso el control antes de tomar un café, porque las veces que lo hago al revés me estreso por la cola y lo mismo te hacen descalzarte, que te hacen sacar el ordenador de la funda, que te cachean... Menos mal que en Loiu no suelen ser muy tiquis-miquis...
Abro el notebook. Qué buenas noticias de Berlín. Y qué caro este café... Aunque estoy al lado, mejor voy hacia la puerta de embarque. Vaya, un retraso. Bueno, Lufthansa es muy organizada, seguro que agiliza la salida.
Qué curioso... cuando ya parece que está casi todo el pasaje embarcado, una mariposa se acerca a la ventanilla, y revolotea, como en un baile. Mueve sus alas con gracia, y me fijo en que tiene una mezcla de colores vivos. Se diría que está celebrando el comienzo de la primavera, más que el otoño... Y me llama la atención que haya abandonado su paraíso verde para acercarse a este gran pájaro de latón... En cualquier caso, su danza alegre me resulta una preciosa metáfora de despedida: parece que me está diciendo "¿Ves qué divertido es volar hacia donde uno quiere?"...
Divertidos motivos navideños en el aeropuerto de Amsterdam. |
Bien, el retraso no es estentóreo. Hala, ¿y ese aire gélido? Si parece que cae agua nieve... A estos chicos alemanes de delante les pasa también. La azafata, una madura algo nibelunga, explica que si no coge temperatura en crucero, nos podemos cambiar a los asientos de atrás.
La emoción del directo... Hay qué ver qué caprichoso es el paisaje de tejados rojos de caseríos sobre los montes verdes vascos. Y el mar, al lado. Un chico le está comentando a otro que junto a La Gaviota se está acercando demasiado un barco...
Sí que hace más calor en este otro asiento. Entre otras cosas, porque cuando no hay nubes da el sol. Además, la azafata ha traído pronto un snack caliente, que me recuerda a la comida turca en Berlín. Un buen presagio del viaje que me aguarda... Qué amable, te ofrece refrescos y té o café las veces que haga falta.
Paisaje de retales centroeuropeos, tras despegar de Tegel (Berlín). |
El paisaje de montañas y retales de tierra y bosques de Centroeuropa nunca me cansa. Desde arriba, como cuando parece que te suspendes en un globo aerostático, se diría que todo se detiene, y que, como en un balneario, las cargas diarias, esas necesidades que se monta la sociedad en la que vivimos, no tienen mayor importancia. Ahí arriba, o de transbordo en el aeropuerto, eres tú, tus playeras, tu mochila, algo de comida, lectura, intuición, idiomas internacionales, unas monedas y a poder ser un pintalabios para retocar las pintas de viajera que se te ponen tirando de maleta todo el día...
Es muy fácil ordenar pensamientos a muchos pies de altura... es como si la vida fuera muy esencial... como la de la mariposa danzarina de colores libres...
En Munich, el día estaba nublado, mientras en Berlín lucía el sol. |
El aeropuerto de Munich me es familiar; no es tan grande como el de Frankfurt, pero se nota ya Centroeuropa: nadie grita, algo de italiano, esa chica habla en ruso por el móvil, el camarero pregunta "Alles?" al cliente... Lufthansa suele tener un área en la que puedes escoger prensa y tomar algo caliente. International New York Times, The Financial Times, Frankurter, München, USA Today... cojo Die Welt y el NYT. Xabi Alonso brinda con una rubia en el Oktoberfest. Qué gracioso, ¡en primera página de Die Welt!
Al lado, un área para sentarse a tomar algo y utilizar el ordenador. Ergonómico. Yo me estoy tomando un chocolate y la chica austriaca de enfrente, un café. Ella tiene controlado Telekom, pero se ve que Telekom me quiere controlar a mí, y me conecto y me desconecto... Corren los minutos y enseguida hay que embarcar.
Es curiosa la comunicación en los aeropuertos: son como pequeñas ONUs en las que todos estamos algo perdidos, o quizás en casa. Jesús, un dinámico y joven pero viajado blogger, coincidía conmigo en el aeropuerto de Dublín en que son lugares en los que te sientes como en tu hogar. Podríamos empadronarnos, como Tom Hanks, bromeábamos... Y eso que, desde el 11-S, los controles de los aeropuertos han hecho más pesados estos tránsitos...
Cargando maletas, a punto de despegar el avión a Berlín, desde Munich. |
En junio, unos canadienses me guardaron el sitio para ir a por una bebida en una cafetería de El Prat. Me hablaban de su país con realismo y una gran simpatía. En Varsovia, un grupo de bloggers y periodistas comentábamos nuestras andanzas por Polonia. Y siempre surge algún destino más... Como en la huelga de controladores aéreos de junio de 2013. Acabamos cenando dos colegas y yo en el aeropuerto de Frankfurt, donde Lufthansa nos alojó. Y es que ese aeródromo es como una ciudad, con un hotel enorme en su interior... Toda una experiencia.
Al día siguiente, colombianos, italianos, venezolanos, españoles, australianos... confluimos en Venecia, porque los franceses no nos dejaban atravesar su zona aérea. Una vuelta inefable, aunque ver Venecia desde el cielo fue algo hermoso... y perverso, porque no me podía quedar, de nuevo, en la piu bella...
Desde el avión merece la pena ver atardecer, el Támesis con su Tower Bridge y la noria que llegó para un año y se quedó; los Alpes nevados, los fiordos y grandes masas de agua y árboles en Noruega, los barcos en las playas de Nueva York...
De tránsito aeroportuario por Noruega... |
15.20 hs. Hala, dicen que hay overbooking en el vuelo Munich-Tegel. ¿Y eso? La chica austriaca me sonríe, y desea suerte y buen día. Un alemán altísimo me explica que no es anormal que haya overbooking, y algunos pasajeros se quedarán a esperar al siguiente avión.
Ni internet ni comida. Arribo al avión con la 'pájara' y, cuando se lo voy a decir a la azafata, me ofrece una chocolatina. "Huy, si iba a preguntarte si había algo de comer, o carta, porque tengo hambre". Morena y muy resuelta, me dice al oído "Si te preguntan otros pasajeros, di que lo traes del anterior avión". Y extrae un sandwich de una de esas cajitas imposibles de los aviones, donde muchas cosas parecen de juguete.
A veces se dan esos momentazos en los aviones. Por ejemplo, en el transoceánico a Nueva York, una azafata de Iberia, veterana y muy guapa, me decía al comentar lo inspirada que estaba al ordenador: "Alguien dijo Si no quieres trabajar, trabaja en lo que te gusta". Y es que un vuelo tan largo te permite comer, dormir, leer, escribir... con Aaron, un joven y audaz profesor californiano, charlé durante horas desde Nueva York a Bilbao. Apenas dormimos pero le dimos la vuelta al globo terráqueo... Con Jesús y con Luis, volviendo de Dublín a Madrid, también fue difícil echar una cabezadita...
Sí que dan de sí los transoceánicos. Que se lo digan a Kirmen Uribe, que su Bilbao-New York-Bilbao le sirvió el Premio Nacional de Narrativa en 2009. Un original relato construido como si fueran ventanas de internet...
En Munich estaba nublado, y ya se notaba el fresquito. En cambio, al aterrizar en Berlín hace bastante sol. Los árboles empiezan a teñirse de rojo y marrón, y antes de llegar a Tegel grandes lagos con árboles en islas me recuerdan al paisaje de los fiordos desde el cielo.
17.00 hs. El avión de Lufthansa llega puntualmente a Tegel. Mi maleta aparece dada la vuelta. Después de ver cómo las golpeaban en el aeropuerto de Dublín, intento no meter nada demasiado rompible dentro. Pero es una superviviente, que se adapta a lo que le echen. Además, conoce uno de mis lemas: "Suitcases were born to be broken". Tiro de ella y continúa el viaje... Brandenburg Tor me espera iluminada...
Ni internet ni comida. Arribo al avión con la 'pájara' y, cuando se lo voy a decir a la azafata, me ofrece una chocolatina. "Huy, si iba a preguntarte si había algo de comer, o carta, porque tengo hambre". Morena y muy resuelta, me dice al oído "Si te preguntan otros pasajeros, di que lo traes del anterior avión". Y extrae un sandwich de una de esas cajitas imposibles de los aviones, donde muchas cosas parecen de juguete.
A veces se dan esos momentazos en los aviones. Por ejemplo, en el transoceánico a Nueva York, una azafata de Iberia, veterana y muy guapa, me decía al comentar lo inspirada que estaba al ordenador: "Alguien dijo Si no quieres trabajar, trabaja en lo que te gusta". Y es que un vuelo tan largo te permite comer, dormir, leer, escribir... con Aaron, un joven y audaz profesor californiano, charlé durante horas desde Nueva York a Bilbao. Apenas dormimos pero le dimos la vuelta al globo terráqueo... Con Jesús y con Luis, volviendo de Dublín a Madrid, también fue difícil echar una cabezadita...
Carteles en el aeropuerto de Tegel, el lunes al atardecer. |
Sí que dan de sí los transoceánicos. Que se lo digan a Kirmen Uribe, que su Bilbao-New York-Bilbao le sirvió el Premio Nacional de Narrativa en 2009. Un original relato construido como si fueran ventanas de internet...
En Munich estaba nublado, y ya se notaba el fresquito. En cambio, al aterrizar en Berlín hace bastante sol. Los árboles empiezan a teñirse de rojo y marrón, y antes de llegar a Tegel grandes lagos con árboles en islas me recuerdan al paisaje de los fiordos desde el cielo.
17.00 hs. El avión de Lufthansa llega puntualmente a Tegel. Mi maleta aparece dada la vuelta. Después de ver cómo las golpeaban en el aeropuerto de Dublín, intento no meter nada demasiado rompible dentro. Pero es una superviviente, que se adapta a lo que le echen. Además, conoce uno de mis lemas: "Suitcases were born to be broken". Tiro de ella y continúa el viaje... Brandenburg Tor me espera iluminada...
(Va mi homenaje a James Joyce y a Kirmen Uribe)
Baile de colores otoñales en Berlín (fachada en Spittelmarkt). |
Para más información: Desde el viento (El Tintero, 2014)
¿Por qué no viajar? (El Tintero, 2014)
¿Quién puede volar? (Fotos con magia, en El Tintero, 2015)
Reportajes sobre viajes, recogidos en este blog
Galería Fotográfica
Entrevista sobre Berlín y los 'Euskal Deutsches', hoy, en Onda Vasca
Más reportajes sobre los 25 años de la Caída del Muro de Berlín. Pronto los actualizaré
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