La Llanada alavesa, además de una gran sensación de energía y de paz, regala tres tesoros incomparables: las iglesias pintadas de Alaitza, Gazeo y Añua. Tras siglos olvidadas bajo retablos, sus paredes recuperadas hablan misteriosamente al visitante de una historia convulsa
Texto y fotos: Cristina Mtz. Sacristán
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Atardecer en la Llanada alavesa. La visión de la Sierra de Entzia es un soplo fresco para el espíritu. |
Texto y fotos: Cristina Mtz. Sacristán
EN la Llanada alavesa la sensación siempre es de que ha empezado la primavera, pues la paz y la energía acompañan al visitante al mismo tiempo, con ayuda de esas llanuras verdes y amarillas, con los fardos pictóricamente agrupados, las patatas apiladas junto a los arcenes, esas montañas rosadas al desgajarse el sol al atardecer... La hipnosis es algo inevitable, y sorprende por inesperada.
Al recorrer la zona en busca de sus
tesoros, se diría que algo mágico pintó las iglesias y dibujó sus
campos… Hace frío y a veces llueve, pero esto sólo contribuye a
incrementar la sensación de misterio que atrajo a Iker Jiménez a
Alaitza: tras los cristales del coche, empañados y llenos de
gotitas, Nuestra Señora de la Asunción aparece fantasmagórica.
Está oscureciendo y un perro rompe el silencio con sus ladridos.
Conocer
las iglesias de Lautada es un estupendo pretexto para cerrar los ojos
y dejarnos impregnar por la sensación de tranquilidad de la zona. Y,
después, abrirlos, para asombrarnos ante esa imponente Sierra de
Entzia, en los atardeceres rosados, o ante la visión que ofrece el
descenso del Puerto de Opakua. Un espacio que relaja también de
forma especial es el Parque Provincial de Garaio, al que accederemos
en dirección a Gasteiz y desviándonos hacia Ozaeta. El embalse de
Ullibarri-Ganboa es, además de espacio ideal para el ocio –con
zona de baños, pesca y paseos-, un centro magnético para aves de
gran belleza, que sobrevuelan nuestras cabezas, libres.
No
muy lejos de Agurain, por Arrizala, encontramos otro núcleo tocado
por alguna sorgina, por su belleza y energía. De ahí su nombre,
Sorginetxe, dolmen que lleva desde el Neolítico desafiando a la
gravedad, a través de seis grandes losas de roca caliza que
sostienen la de cubierta, y que, según Barandiaran, las brujas
trajeron “en las puntas de sus ruecas durante una noche…”. Un
ralentizador silencio es interrumpido por algún graznido.
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Descargando patatas en Gazeo. Una operación con auténtica musicalidad. |
Otro
capricho es acercarse a la cueva de La Leze, en Ilarduia, en el
Parque Natural de Aitzkorri-Aratz. Con fauna y flora de roquedo y
forestal, esta zona rocosa acoge a buitres leonados, chovas
piquirrojas y cuervos. Y no es difícil verlos. Hay quien aprovecha
para conocer su quesería de Idiazabal.
Una
localidad muy gastronómica es Alegría-Dulantzi. Allí el
restaurante Km. 0 Erausquin confiere ritmo slow a los cocidos,
postres caseros y singulares hamburguesas de potro. La plácida
sonrisa de Rosa, su propietaria, es contagiada al comensal, entre
históricas fotos en sepia. Cerca podemos
acceder al Castro de Henaio, poblado romano escondido bajo
matorrales. Al amanecer, el rocío parece “inspirar a los joyeros
de Swarovski”, como describe Rosa. Se puede llegar a Alegría
siguiendo el Camino de Santiago, donde la paz inunda al viajero, a
través de pequeños pueblos, enmarcados en el verdor campestre, como
Langarika, Gazeo y Ezkerekotxa. En Langarika es bonita la estampa de
la iglesia y su frontón desconchado.
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Dolmen de Sorginetxe, desafiando a la gravedad históricamente. |
Arribamos al
núcleo de Lautada, Agurain, y sus habitantes caminan tranquilos por
las calles. Amurallada del todo en el Medievo, la bastida estaba
formada por tres calles y cantones. Hoy, en su calle Mayor
encontramos un eje estupendo para conocer el pueblo, aún con
reminiscencias de aquellos tiempos y la ayuda de su afanada oficina
de Turismo. Esta calle es
ideal para hacer paradas técnicas, con el pintxo-pote en buen número
de bares, menús diarios estupendos y, entre otras sorpresas, el
único sommelier por la American Tea Master, Juanjo Barquilla. Se
trata de una vía llena de escudos heráldicos, que desemboca en la
Plaza de San Juan, famosa por su mercado milenario. Su iglesia
homónima, antiguo templo-fortaleza, se sitúa junto a unos
soportales, olbeas, en la antigua judería, que nos conducen a
palacios del s. XVI al XIX.
El ayuntamiento
tiene como particularidad que alberga, embebida, la ermita
protogótica de San Martín. Y por la Kale Nagusi podemos acercarnos
a la visión privilegiada de montañas medio nevadas y molinos de
viento, desde la Iglesia de Santa María (s. XV). En ella algunos
pájaros han anidado en sus oquedades.
Si el caminante
necesita un descanso, qué mejor que bajar a Zadorra Etxea, un
agroturismo familiar en el que será difícil despegarse de las
sábanas por la mañana, entre un silencio envolvente, sólo roto por
el canto de los pájaros…
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Plaza e iglesia de San Juan, en el corazón de Agurain. |
Sensaciones de misterio en Alaitza
De las tres iglesias pintadas de la
Llanada, es la de Alaitza la más sorprendente. Una capa de cal había
escondido hasta 1982 estas singulares pinturas objeto de
controversia. Y es que ¿qué hacen estas figuras bélicas en medio
de un lugar sagrado? ¿Y las estampas cotidianas, descarnadas? Un
mono se muestra exhibicionista y una mujer da a luz en un escenario
violento. Parece que llevan a alguien al cadalso y doblan las
campanas… Algunos historiadores entienden que son pinturas del
siglo XII, si nos atenemos al tipo de armas plasmado, mientras que la
iglesia data del XIII.
Especialistas en armamento militar, religión y arte “alucinan”,
apuntan en la Cuadrilla de Salvatierra. Nos quedamos pensativos, ante
esta arcaica composición, y la mirada se posa en el castillo situado
en el centro de este ‘libro abierto’ de Historia. Algunos
soldados portan ballestas y parece que quieren invadirlo. Los
guerreros, abigarradamente ataviados, tienen algo así como cotas de
malla. A la derecha, unos peregrinos invitan a cuestionarse si los
otros hombres eran templarios. No todos los historiadores lo
corroboran, aunque la situación geográfica de la comarca hizo de
ella un lugar de paso para muchos europeos que caminaban en pos de la
tumba del Apóstol, desde el siglo XIII.
Para redondear la confusión, una serie de letras estilizadas,
góticas, casi parecen chinas. Varios expertos trabajaron en su
interpretación y traducción, laboriosamente. Hace frío en el interior de esta iglesia misteriosa y de pinturas
color sangre. Los historiadores llevan 30 años dándole vueltas. La
pintura, tan pueril, no es lineal, e incluso se permite algunos
chorretones en sus resinas monocromáticas. De ahí que se piense que
los autores no eran profesionales. ¿Graffittis de la Edad Media?
Intrigados, salimos invadidos por la hipnosis de esas imágenes
aparentemente simples, pero que parecen mirarnos a los ojos…
Clase de catequesis en Gazeo
Gazeo, apartado,
tranquilo, atesora una iglesia románica del siglo XIII, y pinturas
murales del XIV, que nos reciben como un libro ilustrado. A través
de una rica narración, que se despliega ante nuestros ojos. Restaurada a partir de 1968 y, en cinco fases, hasta 1985, esta
iglesia sí indica al fiel cómo ha de ser cristiano. Los mensajes,
aquí, no son cotidianos y mucho menos bélicos, y se desarrollan con
el fin de dotar de significado al sacramento.
Aunque su autor o autores también son un enigma. Su programa
pictórico encajaría en un estilo franco-gótico lineal, como otros
templos de Francia o Inglaterra, pero con reminiscencias románicas.
La iglesia se encuentra bajo el patronato de San Martín, una de las
más antiguas advocaciones de la Península. Su traza es modesta, con
planta rectangular y ábside semicircular cerrado por bóveda de
horno, con canales lisos al exterior y decorado con estas pinturas
medievales, consideradas de las más interesantes de todo el Norte.
Carece de campanario y tuvo cuatro retablos, siendo el mayor de
estilo barroco. Al retirarlos en 1967 se descubrieron los murales que
dormitaban detrás…
En todo el conjunto observamos pálidos tonos verdes y granates, pero
la definición es mayor que en Santa María de la Asunción. De
hecho, aquí contamos con unas imágenes complejas, con un suave
horror vacui que deja poco espacio a la imaginación. Imágenes
planas y gráficas, para que quedara claro el mensaje: mejor no
rechistar para no arder en el infierno.
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Dani Acevedo fotografía el interior de San Martín de Tours en Gazeo. |
En la bóveda y los muros del presbiterio están dispuestos los
principales episodios de la vida de Jesús. Estas pinturas no fueron
fáciles de realizar, y el ábside está casi completamente pintado.
Cuentan con una técnica mixta, al fresco, para las líneas negras y
rojas, y al temple, para rellenar de color.
Y los retablos dieron paso a esta joya pictórica, a conservar…
Joya del nuevo gótico en Añua
Un puentecito de
cuento, cubierto por una auténtica alfombra verde, mullida bajo los
pies, nos transporta hasta la elegante iglesia de la Natividad de
Nuestra Señora, en Añua. Nos hallamos en el municipio de Elburgo, a
14 kilómetros de Gasteiz.
No imponen tanto las pinturas como en las otras dos iglesias, si bien merece la pena descubrir el
magnífico ábside de La Natividad y su hermosa arquitectura. En
estos muros del siglo XIII, tradición y nuevos planteamientos
constructivos se reconcilian, dando origen a un espacio interior
puro, esbelto y proporcionado. Y, en su ábside, la iglesia atesoró
unas pinturas rojizas –como en Alaitza-, de gran valor estético.
Es mejor no esperar al atardecer para visitar esta joyita, pues su
exterior es muy rico. Nuestra mirada se posará en un innovador
módulo de un doble arco apuntado sobre estilizadas columnillas. Esta
particular forma de decorar el paramento del ábside es única en el
patrimonio medieval alavés
La arquería ciega resulta muy rara en un pueblecito tan perdido. Y
esa cabecera de cubierta armónica, con nervaduras que se cruzan al
ritmo del nuevo gótico. Las figuritas en tonos ocres extraños le
confieren personalidad propia. Un castillo es defendido por soldados,
en esas anómalas referencias bélicas. Podría tratarse de otra
escena del ataque a Jerusalén. Aquí también las pinturas fueron
ocultadas por retablos del siglo XVI hasta el XVIII. Una vez en
restauración, ya desaparecieron y fueron reivindicadas las pinturas.
Fuera, sopla el solano. Pero ha merecido el frío la visita…
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En San Martín de Tours de Arbulo la tortícolis es feliz ante tanta belleza. |
Regalos del Renacimiento en Arbulo
Y, si en la Llanada Alavesa las iglesias
pintadas están consideradas tesoros, el Renacimiento y otras épocas
dieron a luz maravillosas iglesias pinceladas que bien merecen otro
capítulo.
Era propio del siglo XVI que un maestro
dirigiera un taller centrado en pinturas murales para templos, como
Diego de Cegama, y el territorio alavés cuenta con una especial
tradición en este campo
Comprobamos dicha riqueza, algo anterior al
Renacimiento, en San Martín de Tours, en Arbulo. En realidad, los
expertos inciden en la convivencia de varios periodos dentro de la
misma iglesia. Cuenta con claves muy delicadas, con una policromía
muy rica y variada, lacas coloreadas y panes de oro. Brocados al
fondo de las claves y grecas exquisitas.
A 600 metros de altura, San Martín de Tours se
despeja del estrés en un punto relajante. En el altar, unos animales
dibujados también con pinturas rojizas -un pavo real, unas gallinas,
un cerdo...-, y algunas incisiones. Una vez más, el retablo que
ocultaba las pinturas fue retirado...
En Zalduendo se halla el único conjunto civil
del siglo XVI conocido que ha conservado pinturas murales
renacentistas en el País Vasco. Las grisallas probablemente
pertenecen al taller de Cegama (las pinturas están en estudio,
debido a su mal estado). En el caso de Heredia, la iglesia de San
Cristóbal es también de gran belleza, objeto de estudio de los
restauradores. Los casetones serían impactantes reclamos en estos
templos, al igual que ocurre en Urbina, Ciriano u Ollávarre, entre
otros ejemplos.
Diversos expertos van revisando este periodo
tan rico, y que resulta un placer contemplar. En cambio, sigue siendo
algo rústico visitar estos auténticos museos, ya que hay que pedir
la llave a algún responsable municipal, desde el alcalde hasta el
sacristán. Con todo, cogemos feliz tortícolis, abriendo
la boca ante tanta belleza...
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Descenso por el puerto de Opakua. |
Para más información: reportaje en la revista Aktual (págs. 6-17)
Charlando con el sommelier del té por la American Master (Grupo Noticias)
Charlando con el sommelier del té por la American Master (Grupo Noticias)
Web Daniel Acevedo
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