viernes, 15 de mayo de 2015

PASTA, CURRYWURST, ARROZ, KEBAB...

Al igual que ocurre en Nueva York, en Berlín la enorme mixtura de la población se traduce en su oferta gastronómica. Casi todo el planeta está representado en esta metrópoli. Por ello, la pregunta no debería ser ¿qué comer en Berlín?, sino ¿qué no se puede comer en Berlín?



Texto y fotos: Cristina M. Sacristán



Moustafa muestra el variado elenco de ingredientes de su restaurante turco y kurdo en Prenzlauer Berg.


  A qué sabe Italia? Recuerdo esas pizzas deliciosas, artesanales, y aquel cocinero cantando "O sooole mioooo". O un glorioso Tartufo de chocolate en la Piazza Navona romana. O esos helados que comíamos como un acto religioso. En Grecia, qué decir de sus ensaladas con Feta y tomates llenos de luz, en las terrazas veraniegas, regadas por vino de Retsina, o sus moussakas -¿griegas o turcas?- y su Ouzo para redondear. En la República Checa, sus sopas a media luz, en sus tabernas de madera. Y el rico pero peligroso Becherovka. En Polonia, sus pierogis, patatas rellenas, pato exquisito, las sopas zurek e inolvidables sus perros rabiosos...

  En este blog pueden ver recogidos mis trabajos sobre gastronomías del mundo y sus peculiaridades. Pero, ¿qué sabor recordarían de Berlín? ¿Quizás esas Bratwurst que venden en la zona de Alexanderplatz, a precios regalados? Puede que les hayan contado que el Currywurst es característico de la capital alemana, pero algunos allí te explican que fueron los numerosos turcos los que lo adaptaron a la renovada ciudad, tras caer el Muro y empezar de nuevo...

  Pocos lugares del mundo, quizás Nueva York, tienen tantos sabores. Claro que contadas ciudades del planeta se conforman por 187 nacionalidades, que la impregnan, enriquecen y multiplican. A eso sabe Berlín: a diversidad.



Un Schnitzel acompañado de berenjena, chips, pommes, mayonesa...




  No cabe duda de que la comida turca tiene un gran peso aquí. El caso es que en una de mis estancias en Berlín descubrí que, además de los platos turcos, hay kurdos que combinan su cultura con la turca. Y, entonces, se dan interesantes sabores, como los de la familia de Moustafa en Prenzlauer Berg. El kebab es común en los cientos de establecimientos turcos de la urbe, así como el Schnitzel (escalope vienés) y el falafel. Moustafa muestra con mimo los ingredientes a combinar. Y me debe de ver con hambre, pues llena bien el plato. Un día, berenjena rellena con Kartoffel (patatas); otro, el Döner del habitual cordero turco, y guarnición copiosa... En Alemania es típico que frutas y hortalizas tengan buena cara. Los kurdos de Greifswalderstrasse cuidan que así sea.

  El pollo y el cordero no faltan en estos restaurantes. Con ellos se puede jugar a realizar platos combinados o kebabs coloristas. Pero no se preocupen por la generosa cantidad: una de las características de Berlín es que aún se puede comer por entre 5 y 8 euros, e incluso dar con una happy hour en la que conseguir un bocadillo y algo de postre por 2-3 euros...




Este tipo de puestos abundan en el metro y el tren berlineses. En este de Alexanderplatz he pillado alguna 'happy hour' alguna vez...



  El simpático Jackson me lo pone fácil al arribar a Alexanderplatz tras un día de ajetreo. Todavía me queda un trecho hasta llegar a casa y a esa hora dispone de una happy hour generosa. Así, por entre 2 y 4 euros te puedes comer un bocadillo y un brownie, por ejemplo. O un bocata y un bol de frutas variadas. Los bocatas de establecimientos como los de Cucci son los típicos que encontraremos en Berlín: o bien con pan blanco o con croissant, y con embutido y queso de Brie, o con lechuga, tomate, etc. Son ricos tentempiés que salen a precio estudiantil.

  En una degustación cercana a la Bertolt Brecht Haus, entran y salen los gorriones. Es un buen indicativo de que los dulces merecen la pena. Doy fe de ello, y del café largo y con espumita que me ponen Loebi y su madre. Pero antes se me antoja comer alemán, y me dedico a elegir entre los bocatas que tienen. Hechos con esos panes diversos, negros y con pipas o sémola, o blancos y sabrosos. Los panes centroeuropeos, que son toda una oda en sí mismos: al desayunar, al acompañar las comidas y las cenas, en los bocadillos...



Bocadillos típicos alemanes, variados, ricos y a muy buenos precios.



Y, de postre, un café largo y espumoso y un Kuchen típico, delicioso.
Un gorrión logró robarme la galleta...


  Los gorriones berlineses, siempre confiados, saben picotear de las migas de las mesas y, descarados, también directamente de los platos. En este caso, uno muy hábil aprovechó que yo filmaba la escena para escapar, volando, con una cookie...

  El postre de Kaffe und Kuchen (pastel) es todo un ritual en Berlín. Yo me inicié con ayuda del danza movimiento terapeuta Eduard Martín, en el WestBerlin de Friedrichstrasse. Como alguna vez he publicado, ya saben, ese tipo de cafeterías que sirven libros y revistas, del mismo modo que en la ciudad alemana abundan las librerías donde se puede tomar café. (Sobre este aspecto contaré más cosas próximamente). En el WestBerlin disfrutamos de un delicioso pastel de zanahoria.

  Julia Rautenberg me cuenta, a posteriori, que "siempre hay que dejar espacio para el Kuchen". Me lo comenta con cara de pilla y su esbelta figura de rubia germana. Así que ella ha escogido una ensalada, mientras yo he tomado pasta con queso. Claro, de ese modo el estómago se llena y no es tan fácil saborear el pastel (ni entrar con facilidad en el pantalón). Julia indica que ellos acostumbran a almorzar pronto, y unas dos horas después se puede disfrutar del ritual del Kaffe und Kuchen. Como en Inglaterra lo hacen del Five o´clock tea.




Menú en el Spreegold. Platos divertidos y que combinan comida internacional, como éste de pasta.



Típicos cafés espumosos y deliciosos y coloristas pasteles.


  Julia es una entusiasta guía de VisitBerlin. Escoge el Spreegold por su ambiente cool y céntrico (no muy lejos de Alexanderplatz). Está de moda, y mientras ella habla, de espaldas al ventanal, veo pasar a un chico con rastas, un ejecutivo comiendo de un cuenco mientras camina, un hombre sureño con su niño en brazos... El paisaje humano multicultural que dota de una gastronomía interminable a Berlín. Los asientos tienen rotos y de fondo se ve una serie de graffitties bajo las vías del tren. Berlín en estado puro: nada de ostentación y mucha creatividad libre.

  Así, la primera vez que comí con Julia fuimos a un suizo, en Charlottenburg. Por supuesto, grandes cervezas centroeuropeas (aunque hay un truco, y las pueden rebajar con refrescos), o bien zumo de manzana, y el Reibekuchen y el Rösti. Una cesta de patatas fritas y huevos y diversas verduras.




El Rösti es un plato suizo que también se puede degustar en Berlín.


  Cuando se pasa largas temporadas en Berlín, la borrachera de comidas diversas puede resultar infinita. Así, la sopa india en Friedrichshain es espesa pero entona antes de que arranque la Berlinale, cayendo copos de nieve y a -3º C. El restaurante es absolutamente evocador y el camarero me explica que está viendo un canal que da películas de Bollywood. En esa zona hay restaurantes de muy diversas procedencias. Por ejemplo, uno vietnamita, en el que casi literalmente nado entre largos fideos...




Este plato vietnamita parecía no acabarse nunca, sin fondo...


  En cambio, meses antes, en el My Anh de Greifswalderstrasse disfruto de un copioso plato combinado, con arroz, pollo y verduras. La verdad es que llena, pero está preparado con mimo. El propietario me cuenta que Berlín es su ciudad, pero que añora su bello país de origen...



Ricos arroz, pollo y verduras en un vietnamita de Greifswalderstrasse.



  No muy lejos, también tiene bastante clientela el Merhaba, un restaurante de cocina "oriental y mediterránea" (Orientalische & Mediterrane Küche). Mehmet y su camarera me explican cómo confeccionan sus platos, rodeados de música oriental, velas y un ambiente beatífico que relaja. Las bolas no son de carne, sino vegetarianas. Un plato interesante.




Meatballs y verduras en una rica combinación, en el Merhaba de Greifswalderstrasse.


 Antes de la Berlinale paso unos días en el Alexander Plaza. Eso me permite merodear por el centro sin dificultad, y observar los take away que hace la gente de pollo, pizzas, comida china... Es típico que te vendan las Bratwurst en plena plaza, chicos ataviados de rojo Berlín. Muy cerquita de Hachescher Markt, el Buffalo permite entrar en calor al estar bajo cero, con un entrecot asado, patatas y salsas deliciosas. También sirven unas pizzas riquísimas.




Carne, salsas y vino tinto para encarar la nieve al arribar a Berlín en invierno.



  Es precisamente en esa zona de moda, Hachescher Markt, donde podemos conocer los locales que se enclavan bajo las vías del tren. Eso es muy Berliner, así como reconvertir viejas fábricas -que fueron abandonadas con la división y la posterior caída del Muro-, lo que dota a muchos bares y restaurantes de una personalidad creativa y cosmopolita. En el Ampelmann el cocinero albano Ibish nos pone una especie de escalopes con una guarnición sabrosísima. Christian Tänzler, de VisitBerlin, me explica que se trata de un plato del Este de Alemania. Enfrente, mientras cae un chaparrón veraniego, el Spree nos separa de la artística Isla de los Museos (Museuminsel)...




Comiendo alemán en el Ampelmann.



 Una zona que está de moda es Kreuzberg. Con numerosa inmigración turca y de españoles, lo que ha dinamizado las librerías Spanisch. Allí me muestra el historiador del Arte y guía Stefano Gualdi cómo la gente hace cola para tomar el mejor Kebab de la ciudad. Nosotros nos escabullimos y podemos disfrutar de una comida con vistas en lo alto del centro de distrito, por sólo 11 euros los dos menús. Es la Kantine im Rathaus Kreuzberg. Yo elijo zwei Zarte Matjesfilet´s nach Hausfrauen Art, mit einer Apfel... O sea, más o menos un pescado nórdico medio crudo con unas salsas que le dan un punto muy bueno. Y es que Stefano se decanta por el Schnitzel, pero como ya lo conozco prefiero seguir explorando nuevos sabores...




Pescado al estilo sueco con guarnición diversa, en la Rathaus de Kreuzberg.


  En otra estancia, cenamos en el East London, también en el corazón de Kreuzberg. Descubrimos que la dinámica camarera es italiana de origen, como Stefano, y antes vivió en Londres. Disfruta de Berlín por su ausencia de ostentación y porque aún muchos van allí a luchar por sus sueños...




Viviana es italiana, vivió en Londres y ahora trabaja en el East London en Kreuzberg.


 Aquí los restaurantes italianos tienen mucha personalidad. Por ejemplo, el Trattoria Toscana, enfrente del emblemático parque Tempelhofer Freiheit, está lleno de acordeones y el cocinero canta en italiano mientras saca del horno pizzas de impresión. Uno de los camareros me habla en un castellano fluido -Das ist Berlin-. El revival de mi recorrido por Italia es inevitable.



Una ensalada de lo más mediterránea, a la luz de las velas de Trattoria Toscana, frente a Tempelhofer Freiheit.



 El elenco de comidas internacionales que encontramos en Berlín es interminable. Como factor común, las cafeterías y restaurantes con velitas. Eso ocurre mucho por toda Alemania, y en general en Centroeuropa. Los susurros y la música baja confieren al encuentro gastronómico de mucha civilidad... Así, los desayunos van en consonancia con un modo de vida madrugador y nutritivo: en los buffets de los hoteles podemos disfrutar de zumos de diferentes frutas, agua para hervir café o té, distintos tipos de yogur, cereales diversos para combinar, esos panes riquísimos alemanes, tan variados; embutido, salmón, quesos; huevos revueltos, salchichas, bacon... En lugares como el Alexander Plaza, un hotel estupendo en el que hasta se puede entrar en calor gracias a la sauna, había quien leía un libro o trabajábamos al ordenador, alrededor de ese patio de esculturas vegetales. Maravilloso.



Desayuno apacible en el Alexander Plaza, en torno a unas esculturas cubiertas de musgo.


  Por ejemplo, choca que enfrente del mítico Checkpoint Charlie podamos comer unos calamares en el Barcelona. Y que la camarera tenga gracejo extremeño. Las tabernas vascas también tienen su arraigo aquí (¡dónde no!). El cocinero de origen mexicano Raúl Oliver presenta su cocina de fusión en Kreuzberg, en la línea creativa y multicultural que caracteriza a estas mesas berlinesas. En Spittelmark lo mismo podemos degustar comida española que italiana...

  Claro que les podría hablar más de los restaurantes de comida auténticamente alemana. Como los bávaros -donde el concepto "small beer" es un chiste- o el Joseph Roth, en Potsdamerstrasse, que era frecuentado por intelectuales y con preciosas referencias del autor. O podría contarles que en Berlín hay 5 restaurantes de dos estrellas y 10 de una. O que la cultura israelí y sus Chuzpeles tiene su traducción en restaurantes con aires de Tel Aviv.

  Pero lo que me interesaba era mostrarles un recorrido, a pie de calle, por la diversidad berlinesa. Para que comprendan mejor su esencia multicultural y creativa.




En este italiano de Kreuzberg, una atípica Marilyn señala el lavabo de mujeres. La creatividad, en
Berlín, no tiene límites... y alcanza los restaurantes.


  Como si me leyera el pensamiento, Narissara se despide amablemente de mí, al terminar de comer en su céntrico restaurante tailandés, dándome la mano. Me ha explicado características de su comida y costumbres, así como palabras tailandesas. Pruebo rollos Jeh Thai on glass noodles y Thai noon plate. Con un toque estupendo, el del Cabernet Sauvignon. Narissara es delgada y suave en su forma de hablar, pero se la adivina fuerte. Y enseguida empatiza. Bueno, eso suele resultar fácil en la multicultural Berlín. Ella vino y se enamoró de un alemán. Y se quedó. Esa mixtura, también, es muy Berliner. Narissara representa el Berlín inteligente, acogedor y humano que siempre que lo recorro, haga sol o frío, me hace sentir sonriente y en casa...




Unos rolls y una rosa hecha con cebolla. Una delicadeza thai en un lugar que se presta, Berlín.




Para más información: Momentos (multi)culturales en Berlín (El Tintero, junio 2014)

Sobre viajes y gastronomías del mundo (revista ON, El Tintero, Carta de las Culturas...)
La excelencia de la cocina de Andoni Aduriz abrió una sección de la Berlinale. Las originales propuestas de cocineros vascos y sus maridajes en Berlín (Grupo Noticias, 2016)
Recorrido por los múltiples y constantes eventos de Berlín (ON, marzo 2015. Págs. 30-33)
Ese Berlín tan mixto y 'cool' (Carta de las Culturas, primavera de 2013)
Reportajes y programas de radio sobre Berlín, el jubileo de la Caída del Muro, sus artistas, corrientes creativas y literarias, la Berlinale 2015...
Galería de fotos de Berlín
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