lunes, 5 de agosto de 2013

AL GALOPE POR LA PLAYA AL ATARDECER


 
  Texto y fotos: Cristina M. Sacristán




Ya queda poco para llegar, y los jinetes se disputan el liderazgo de sus pura sangres. Son las carreras de Sanlúcar.



  Al entrar en la provincia de Cádiz, desde el Norte, el tiempo se ralentiza. La luz del cielo gaditano lo inunda todo, y la exuberancia de su Naturaleza nos envuelve. En esta provincia el verano se muestra potente, descarado, y todas las puertas se abren: el gaditano es amigable, sonriente, y le gusta hablar y escuchar. Siempre hay tiempo para pararse un momento “a eshar el rato”…

  Este fin de semana se ha celebrado la primera tanda de la 168ª edición de las Carreras de Sanlúcar. Los accesos a Sanlúcar de Barrameda desde Cádiz se corresponden con ese ritmo slow, aunque, a veces, hasta extremos desesperantes; de hecho, incluso los medios de transporte desde el aeropuerto hasta Cádiz son poco frecuentes y mal indicados. Parece mentira que esta encantadora taza plateada tenga tan mal envoltorio...



Playa tranquila e inmensa en el Parque Natural de Doñana, frente a Sanlúcar de Barrameda.



  Pero superado el problema del transporte llegamos a Sanlúcar. Ahí, ya, los relojes se detienen definitivamente, sobre todo si cruzamos en una barcaza, desde Bajo de Guía, al Parque Natural de Doñana. Este inmenso paraíso de flora y fauna despliega kilómetros de playa de arena clara, llena de dunas discontinuas que la separan del vergel interminable… las algas son frondosas y la orilla se puebla de conchas de todo tipo. Por la arena mojada, cientos de pisadas de grandes gaviotas, como verifica un vigilante del área protegida que acaba de hacer una de sus revisiones en todo terreno. Los sanluqueños cuentan que incluso nos pueden saludar jabalíes por el playazo. A primera hora de la mañana todo eso y más parece posible en esta especie de isla Cíes sureña, si bien, en días festivos y siendo agosto, a mediodía decenas de familias desembarcan con sus sillas, sombrillas y neveras en una algarabía que rompe el espejismo de isla desierta que nos recibió al llegar…

 
  La víspera tenemos el privilegio de que el delegado de Turismo sanluqueño, Antonio Reyes, nos haga de guía por Sanlúcar. Su querida ciudad, “calidad de vida” la ha bautizado, donde todo reposa y el sol es generoso una media de 300 días al año. Sanlúcar está llena de historia, de flores, de hermosos edificios, de restaurantes y bares con una oferta más que seductora, de bodegas que rivalizan con Jerez –típico pulso entre vecinas-, de musas que han inspirado a artistas muy diversos, desde el oriundo Eduardo Mendicutti hasta algunas de las composiciones de Alejandro Sanz. Así lo podemos distinguir desde la estratégica terraza del elevado Hotel Guadalquivir, donde se divisa perfectamente la “milla de oro”, 400 metros de edificios históricos consecutivos; preciosas villas residenciales, los restos de la muralla, la serpiente que dibuja el caudaloso Guadalquivir, que se besa con Doñana en un abrazo perfecto.




Vistas de una parte de Sanlúcar desde la terraza del Hotel Guadalquivir. Al fondo, el Parque de Doñana.


  Y “las carreras de caballos son un pretexto” para conocer las particularidades de esta ciudad tan gaditana por un lado aunque con aires sevillanos en su feria. Así lo manifiesta con una amplia sonrisa Juan Marín Lozano, segundo teniente alcalde del municipio, en el perfectamente conservado Castillo de Santiago. Conscientes de los encantos de Sanlúcar, sus vocacionales artífices turísticos saben que los caballos corren por la arena al atardecer sólo unos días al año, pero que los sanluqueños abren los brazos durante doce meses…

   Precisamente Mendicutti es en esta edición uno de los distinguidos embajadores de las Carreras de Sanlúcar. Viajado, él vive principalmente en Madrid, pero no se deslinda de la luz de su tierra natal, la cual ha inspirado tanto dos de sus novelas más famosas: El palomo cojo y Ganas de hablar. Me confiesa que en ellas ha revivido expresiones de su infancia y juventud, muy gaditanas, muy sanluqueñas. Como a otros las evocaciones les llegan a través de sentidos como el olfato o el paladar, a él le llegan “por las palabras”… Eduardo es dulce y amable, tiene ese halo de culto poeta andaluz.
   Accedemos, por la calle Luis Eguilaz, al impresionante Palacio de Medina Sidonia. El edificio cuenta con estancias de gran riqueza patrimonial, aunque el bombón de la visita es que tenemos la oportunidad de ser conducidos por la presidenta de su Fundación, Liliane M. Dahlmann, a su extraordinario archivo, considerado uno de los mejores privados de toda Europa. Documentos diplomáticos, legajos, privilegios… Está propuesto para su designación como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No hay que olvidar que de Sanlúcar partieron Colón y Elcano y Magallanes en sus conquistas aventureras. Puerta de Europa y de América, Sanlúcar cuenta, además, con una concentración de conventos llamativa, toda vez que fue punto de partida de la evangelización del Nuevo Mundo…



Los del Río, Andrés, Urmeneta y Mendicutti, en el magnífico archivo Medina Sidonia.




  En realidad, sí, las carreras ecuestres nos han reunido en el Palacio Medina Sidonia. En él se recibe a los embajadores de este año: el creativo Mikel Urmeneta, el internacional cocinero José Andrés, el propio Mendicutti, el torero Padilla y Los del Río. El ambiente es distendido, teniendo en cuenta la simpatía de Urmeneta y el carácter comunicativo y algo chirigotero de Andrés, todo ello aderezado por el gracejo sevillano de los de Dos Hermanas. El torero se muestra emocionado, tras una racha en que su salud caminó por un hilo. Así es la vida, llena de luces y de sombras, y en el jardín del Palacio, repleto de naturaleza, parece que nada malo puede pasar: un oasis, un vergel, lleno de luz y de color. En una provincia tan energética y "potente", corrobora el presidente del Consejo Asesor de la Fundación, Pepe Gómez.


  Como no podía ser de otra manera, en ese jardín-Edén degustamos algunas viandas sanluqueñas regadas con manzanilla. Esta bebida inevitable en el municipio junto a Huelva tiene hasta su propio museo monográfico. Otros rinconcitos encantadores nos permitirán comprobar otra de las seducciones de Sanlúcar, y en general de Cádiz: la gastronomía. La taberna der Guerrita, con un espacio para las catas enológicas sin parangón y unos productos del mar que nos dejan sin palabras; los pescados, paellas y marisco de La Lonja, mirando a Doñana, o las tapas en la Plaza del Cabildo, donde la centenaria Casa Toni dispensa ricos helados que la gente disfruta en su terraza, con el frescor y fluir cantarín de su fuente.



Los niños participan con casetas de apuestas hechas de cartón...



   Como dice Antxon Urrestarazu, de Euskadiz, siempre hay razones para volver a Sanlúcar. Al atardecer, la playa del Paseo Marítimo se llena de sombrillas y algarabía. Las carreras de caballos son, efectivamente, una razón para el encuentro y la fiesta. Los hermosos pura sangre bajan hasta Bajo de Guía, de donde parten, al galope, hasta el sprint final, con unos jockeys aerodinámicos que se pliegan para no desafiar al viento. La estampa es preciosa, con las barcas plácidas en el mar lleno de chispas del sol del atardecer, de fondo. Y emociona ver, en pocos segundos, a los caballos en tensión, casi volando, y sus jinetes con forma de bala, etéreos, atravesando la línea de meta.

   El sábado hubo tres tandas y ayer, cuatro. Han sido tres tardes de carreras y ahora vendrá la segunda parte, el fin de semana del 17 de agosto. Entonces todo se llenará aún más de espectadores, coincidiendo con que en la segunda quincena del mes Sanlúcar suele completar su oferta hotelera, dando paso a opciones como el camping y el caravaning. Al final de la competición se celebra una fiesta, una feria en la que hay música andaluza en directo, casetas con artesanía y otros productos, tapitas y buenas cerveza y manzanilla, condición sine qua non de todo encuentro social sanluqueño. Eso, y el buen humor, prácticamente inalterable...



Antes de las carreras, se muestra al público los caballos, para que apuesten.



  Las apuestas corren casi a la misma velocidad que los équidos, alcanzando premios de hasta 1.500 euros. También se promueve un concurso de pequeñas casetas caseras, hechas por niños, para incentivar su afición. Antes de las carreras, hay un espacio donde se muestra los ejemplares, y se oye a los espectadores comentar si dudan de la calidad del animal porque “tiene una mancha blanca en la cerviz” o por otras razones bastante técnicas. Hay afición, y al igual que en Jerez los caballos son, como el vino, idiosincrasia de la casa. Incluso los que aguardan, pacientes, a la cabeza de coloristas calesas que, como durante siglos, paseaban al respetable por esta ciudad con sabor a pueblo, que se deja querer.


  

Al galope desde Bajo de Guía, los caballos aprovechan la marea baja para 'sobrevolar' la playa en un tiempo récord...




4 comentarios:

  1. Muy bonito y lleno de todo contenido tu reportaje,muy bien detallado.

    Los caballos...preciosos, vaya tarde tan linda. Tus fotos magnificas. Que tu estancia sea lo más agradable posible.

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  2. Muchas gracias por todo, José. En realidad yo tengo poco mérito: Cádiz se hace querer, con sus puertas tan abiertas, y su luz, y sus viandas... Seguiré informando sobre sus encantos llena de inspiración.

    Hasta pronto,

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  3. Cuando uno/a cae en las redes del embrujo gaditano ya no hay forma de romper el hechizo. Ya estás marcada para siempre por esta luz y estas gentes, todo lo cual te hará regresar una y otra vez a "la ciudad feliz". Has sabido plasmar muy bien la experiencia y te agradecemos desde Euskádiz haberte acordado de nosotros. Que vuelvas pronto para contar otras historias.

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  4. Pues sí, Antxon: Cádiz es generadora de muchas pequeñas y grandes historias. Un destino con amplio recorrido... Un placer visitarlo y, efectivamente, ojalá no tarde mucho en volver a sentir toda su energía.

    A ver si os sorprendo pronto con algún texto colorista... Un abrazo desde Euskádiz Norte! :-)

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